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«La belleza no está en el objeto, está en la relación que establecemos con él».
John Berger
Un premio es un estímulo, es una manera de mostrar algo valioso que puede servir de inspiración y que puede contribuir a abrir caminos. En este sentido, hacer un reconocimiento a las áreas educativas de museos es un respaldo que, en muchas ocasiones, viene a ser el corolario feliz de un camino bastante espinoso, pues no siempre estas acciones cuentan con recursos, infraestructura o apoyo institucional.
Con el correr de los años, los museos han ido mutando y expandiendo su mirada desde los objetos hacia las personas, convirtiéndose en espacios de prácticas ciudadanas, comunitarias, de revisiones hacia nuevas estrategias, de desarrollo de proyectos pedagógicos y activaciones para abrazarse con la diversidad de públicos hacia un mejor futuro profesional.
Particularmente, son las personas que a diario están en contacto directo con los visitantes quienes detectan y nos sensibilizan acerca de la importancia de integrar las voces de las comunidades –del poder participativo e interpretativo, como nos dice Nina Simon (2010)– y de la imperiosa necesidad de que estas cobren forma por medio de actividades, proyectos, acciones concretas que den paso a la transformación.
En este marco, el Premio Ibermuseos de Educación consolida una mirada hacia una función esencial del museo, distinguiendo propuestas en ejecución, pero también hacia aquellas que están en proceso de elaboración promoviendo su implementación.
A lo largo de tantas convocatorias, el Programa Ibermuseos ha hilvanado una enorme cantidad de proyectos institucionales que no son más que la fase final de diálogos entre equipos de trabajo, revisiones, voluntades, sueños, teorías, autores y reflexiones que fueron pacientemente transitando el proceso creativo de escribir, revisar y postular como un ritual esperando un fallo final que sea o no favorable, siempre nos permite profesionalizarnos de algún modo. Es ese mismo tiempo de construcción y de espera, tantas veces cómplice en nuestro trabajo educativo, el que nos permite detener la mirada, activar la escucha y la empatía para soñar con la producción de nuevos sentidos en proyectos hacia una museología participativa.
Los museos iberoamericanos presentan, más o menos, las mismas problemáticas, especialmente en lo que dice relación con la manera solitaria en que se asumen las áreas de educación. Y, al mismo tiempo, coinciden en su espíritu, es decir, en la necesidad de trabajar imperiosamente con sus comunidades, con el propósito de generar espacios colaborativos que apuntan al bienestar, al bien común de las personas, de los barrios y de los lugares que habitan. Como aporta la maestra y psicóloga especializada en neuroeducación y diversidad, Coral Elizondo (2010), ya no solo se trata de incluir, sino de no dejar a nadie atrás.
En este marco, los trabajos presentados al Premio Ibermuseos de Educación, durante todos estos años, han tenido características dignas de destacar y que, a su vez, han sido impulsadas y reforzadas por el Programa. Una de ellas es la tendencia a que los proyectos fomenten el diálogo y la colaboración con distintos actores, abriendo el museo hacia territorios (físicos y simbólicos) a veces desconocidos; sin embargo, las ganas y la osadía de los equipos por crear trabajos comunitarios ha sido el norte que no se ha perdido de vista. Otra característica es que estos proyectos, muchas veces, son experiencias que llevan varios años implementándose, lo que da cuenta del carácter sostenible que muchas de estas propuestas presentan. Y una tercera característica, es que estos trabajos fortalecen la participación de grupos históricamente excluidos o marginados.
Ahora bien, ¿por qué estos elementos nos parecen esenciales? Porque en el ámbito de la educación museal –enmarcada en lo que se denomina educación no formal, es decir, en ese tipo de educación que cumple con todas las rigurosidades del proceso educativo, pero, como dice Trilla (2003), que no busca proveer de grados propios de la educación reglada– lo que nos importa es reconocer y poner en valor que los museos pueden convertirse en espacios de taller o laboratorio donde es posible refrescar la colección para salir de la pedagogía tradicional que explica los objetos, dando vida a un nuevo formato pedagógico/cultural cuyo interés se centra en la resignificación de la memoria y en la transformación del espacio social. Rabi (2018) le llama a este escenario “educación valiente”: un tipo de educación donde el amor, el debate y el examen crítico de la realidad no pueden estar ausentes.
El Programa Ibermuseos, entonces allá por el 2010, con este Premio viene a estrenar un renglón en la historia de la educación en museos. Instaura una iniciativa de cooperación e integración de países para alentar la articulación de políticas, visiones y prácticas. Viene a premiar esta pedagogía valiente; viene a alentar a los museos a crear una pedagogía latino e iberoamericana. ¿Y qué es eso, exactamente? En términos sencillos: una pedagogía comunitaria; sensible; sensata; afectiva; respetuosa de sus barrios, de sus pueblos y su historia (o sus historias), de mujeres, de niñas y niños; una pedagogía museal que no teme a las perspectivas de género o de edad; que abre sus puertas, no solo para mostrar sus colecciones y contar su narrativa, sino (y más bien), para dejar entrar las voces que vendrán a transformar lo que creíamos ya transformado.
Referencias
Elizondo Carmona, C. (2020). Ámbitos para el aprendizaje. Una propuesta interdisciplinar. Barcelona: Editorial Octaedro.
Rabi, K. (2018). Género, roles y espacios: ¿Cuánto pasado tiene el presente? Serie Imaginarios. Santiago de Chile: Subdirección Nacional de Museos.
Simon, N. (2010). The Participatory Museum, Santa Cruz, CA: Museum 2.0.
Trilla, J. (2003). La educación fuera de la escuela. Ámbitos no formales y educación social. Barcelona: Ariel.
Cecilia Bertolini
Encargada área de Educación y Comunidades, Sistema Nacional de Museos, Dirección Nacional de Cultura, Uruguay
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Irene De la Jara
Encargada área de Educación, Subdirección Nacional de Museos, Servicio Nacional del Patrimonio Cultural,
Ministerio de las Culturas, las Artes y el Patrimonio, Chile
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