Perspectivas Regionales

Premio Ibermuseos de Educación:
 10 años impulsando la apropiación del patrimonio y la inclusión en Iberoamérica¹

A lo largo de la historia, las perspectivas sobre la cultura y su relación con los espacios museales han cambiado en función de la sociedad, sus lógicas democráticas y las políticas públicas relacionadas. Lo que hoy sabemos es que los museos, como espacios de rescate y visibilización del patrimonio y la memoria, no pueden disociarse de la noción de justicia social, dignidad humana y valoración de la diversidad.

El reto de reconocer y contribuir a las narrativas museísticas desde otra perspectiva de la sociedad, alejada de los supuestos hegemónicos, atraviesa los espacios museales, sus profesionales y sus propuestas museográficas y educativas, invocando la necesidad de tener espíritu propositivo en temas conflictivos y movilizadores, como las cuestiones de género, la inclusión de diversidades de identidades étnico-raciales y la justicia social.

Fomentar el pensamiento y el comportamiento social, en un enfoque simbólico y cívico de las contribuciones de la cultura para la equidad, reclama más que nunca su lugar en los contenidos y las narrativas propuestas por las instituciones y los procesos museísticos, en la búsqueda de la convergencia del diálogo entre culturas, sociedades y naciones.

En el ámbito de la educación museal, visibilizar las diferentes identidades y el derecho a la memoria de los colectivos históricamente excluidos contribuye, desde una perspectiva antropológica, a transformar las posibilidades de las personas –en sus etapas de niñez, juventud o adultez– en sus realidades, asumiendo la cultura como formación integral de sus individualidades.

En este enfoque (Botelho, 2007), la cultura es vista como la valorización de formas de vivir, pensar y disfrutar, y de la libertad de manifestaciones simbólicas y materiales, que expanden el repertorio de información cultural, enriquecen y amplían las capacidades de acción de la persona en el mundo.

En la dimensión antropológica, la cultura se produce a través de la interacción social de los individuos, que elaboran sus formas de pensar y sentir, construyen sus valores, gestionan sus identidades y diferencias y establecen sus rutinas. De este modo, cada individuo erige pequeños mundos de significado a su alrededor, en función de distintos tipos de determinaciones, que le permiten una relativa estabilidad. De este modo, la cultura proporciona a los individuos lo que Michel de Certeau denomina equilibrios simbólicos, contratos de compatibilidad y compromisos más o menos temporales (Botelho, 2001: 74).

Alfons Martinell (2010) sostiene que la cultura refuerza las capacidades básicas para el ejercicio de la ciudadanía y es, por tanto, indispensable para la vida en sociedad. Entre las aportaciones de la cultura en este sentido destacan: la conciencia de los propios valores, el sentido de pertenencia, la conciencia de la memoria colectiva, la capacidad de apreciar el patrimonio cultural material e inmaterial y de expresar la propia cultura en diálogo con los demás.

Las repercusiones del mantenimiento de un sistema cultural propio y la consciencia de pertenencia a una identidad cultural es [sic] un factor importante para la creación de condiciones para el desarrollo, y un motor para la formación de capacidades individuales y colectivas que encuentre un equilibrio entre el mantenimiento de una memoria colectiva con una forma de construir una vida cultural actual de acuerdo con las interdependencias de un mundo globalizado (Martinell, 2010: 11).

La libertad y posibilidad de manifestación ciudadana y simbólica que va de la mano con la cultura, más que un aspecto antropológico, es una construcción de un derecho social, incluso plasmado en legislaciones y constituciones a lo largo de Iberoamérica,² en particular la Constitución ecuatoriana de 2008 y la brasileña de 1988 con las debidas enmiendas constitucionales que elevan la cultura a otro nivel de comprensión en las políticas públicas.

Diversos tratados, convenciones y declaraciones transnacionales que orientan la cooperación cultural internacional se refieren a la cultura como un derecho y una base para el intercambio de prácticas y conocimientos entre países. Los derechos culturales se expresan, por ejemplo, en la Carta Cultural Iberoamericana (OEI, 2006), que tiene una gran proyección internacional e influencia en la construcción de políticas públicas, especialmente en los 22 países iberoamericanos.

Los derechos culturales deben entenderse como derechos fundamentales, según los principios de universalidad, indivisibilidad e interdependencia. Se ejercen en el marco de la integralidad de los derechos humanos, de forma que permiten y facilitan a todos los individuos y grupos la realización de sus capacidades creativas, así como el acceso, la participación y el disfrute de la cultura. Estos derechos son la base de una ciudadanía plena y convierten a los individuos, en su conjunto, en protagonistas de los asuntos culturales (OEI, 2006: 11).

Este derecho también se ve fortalecido por una democracia cultural capaz de fomentar y apoyar prácticas y conocimientos culturales simbólicos, mediante la implementación de programas y acciones dirigidas a la libertad de expresión y la protección del patrimonio inmaterial y, sobre todo, buscando instrumentos que garanticen su amplia participación en la democracia. Dado que no existe una única cultura legítima, la política cultural debe orientarse siempre a fortalecer las perspectivas no hegemónicas, valorando la diversidad y promoviendo la cultura de los grupos minoritarios que componen la sociedad (García Canclini, 1984).

Si la visibilidad y la valoración de las culturas –especialmente las minoritarias e históricamente excluidas en nombre de la estandarización y la aculturación hegemónicas– es tan esencial para el sentido de pertenencia y la capacidad de incidir en el mundo y ejercer los derechos humanos y culturales, entonces los museos son espacios esenciales para lograr y consolidar este papel estratégico por medio de sus prácticas y reflexiones.

Los museos, en tanto que instituciones dinámicas y vivas para el encuentro intercultural, y como lugares que trabajan con la apropiación cultural y el poder de la memoria, constituyen núcleos potenciadores del desarrollo de funciones formativas y educativas. Son herramientas adecuadas para estimular el respeto por la diversidad cultural y natural, para despertar la conciencia social y para valorar los lazos de cohesión social de las comunidades y su relación con el medio ambiente.

La museología actual, especialmente en América Latina, no puede entenderse sin algunos de los eventos más importantes de las últimas décadas: la Mesa Redonda de Santiago de Chile en 1972, el Encuentro de Oaxtepec en 1984 y el Primer Encuentro Iberoamericano de Museos en 2007. El gran impulso dado a los ecomuseos y museos comunitarios que vimos surgir, sobre todo a finales de los años ochenta, y que cobra cada vez más fuerza en la actualidad, demuestra el importante papel que estas instituciones desempeñan en sus territorios. Mediante este gradual proceso colectivo, conceptos como museo integral y museo acción han ido tomando forma, modificando el papel de los museos como agentes de cambio social y demostrando que la relación museo-comunidad puede ser transformadora y convertirse en un importante activo para cuestionar y posicionar a la sociedad en relación con sus identidades y necesidades.

En la actualidad, existen alrededor de diez mil instituciones museísticas en Iberoamérica, que irradian narrativas, actividades y conocimientos en territorios donde a menudo son el único espacio que reúne a las comunidades y sus culturas. La educación popular y patrimonial asociada a estas instituciones no es nada nuevo, pero cobra cada vez más importancia ante la fragmentación social y la creciente brecha de desigualdad que viven los países sudamericanos.

De hecho, esto no es algo nuevo en los museos. Son varios los lugares donde se han creado prácticas de intervención en el campo de la educación popular y patrimonial. La aplicación de los principios de la educación popular se basa en la crítica a los sistemas educativos formales, formados en la acumulación de información de forma acrítica y aplicada a situaciones abstractas; como alternativa, proponen acciones que estimulen y favorezcan la creación de autonomía de los ciudadanos/as y su capacidad para aplicar una conciencia crítica sobre los problemas del mundo y del lugar en el que viven (Leite, 2017: 11).

El trinomio educación – patrimonio – participación parece ser un diferencial en el enfoque iberoamericano de la museología social contemporánea, que “tiene como eje la defensa de la apropiación del museo como herramienta de uso comunitario y participativo, para que las personas puedan investigar, comprender, salvaguardar y difundir sus propias historias en sus propios términos” (IBRAM, 2023). El ejercicio de la ciudadanía a partir de sus culturas, realidades y desafíos impregna la práctica de la educación en los museos, ya sea en proyectos puntuales o en programas educativos permanentes desarrollados a mediano o largo plazo.

En estos entornos, los procesos patrimoniales son ante todo procesos de concienciación, de conexión con los problemas del mundo, convirtiendo a los museos en lugares de encuentro de agentes sociales movilizados para comprender y eventualmente intervenir. Esto a partir de la selección de contenidos y memorias identificadas como relevantes, decidiendo sobre sus soportes y formatos y controlando así la propia narrativa, reforzando sus conexiones críticas con el pasado, vínculos con el presente y proyección de futuros posibles.

La educación patrimonial permite crear una conciencia crítica sobre el territorio y su patrimonio, creando las condiciones para que la población actúe sobre ese territorio. La conciencia crítica sobre un territorio y sus procesos permite comprender las formas de control de ese espacio y dotar a las comunidades de instrumentos de trabajo (herramientas) para que puedan apropiarse o incidir en los procesos de acción sobre el territorio. Los procesos participativos son instrumentos de empoderamiento comunitario (Leite, 2017: 13).

El Programa Ibermuseos y el papel educativo de los museos: fundamentos y perspectivas

El tema de la educación museal ha impregnado el trabajo del Programa Ibermuseos desde su creación en 2007 en el Primer Encuentro Iberoamericano de Museos. Convencidos del importante papel que desempeñan los museos en sus territorios, en la interpretación y apropiación del patrimonio, uno de los principales focos del Programa ha sido la afirmación y ampliación de la capacidad educativa de los museos y la promoción de colectivos históricamente excluidos.

El compromiso del Programa con el fortalecimiento de la museología social y la transformación de la sociedad por medio de actividades educativas refuerzan los preceptos de la Declaración de la Mesa Redonda de Santiago de Chile de 1972, que por primera vez subrayó el papel social y la relevancia de la actividad museológica como motor de progreso.

Ibermuseos mira al futuro con el firme propósito de seguir trabajando en las recomendaciones que emanan de este documento, especialmente en lo que se refiere al reconocimiento del patrimonio cultural para potenciar el papel social de los museos, el establecimiento de sistemas de evaluación para comprobar la eficacia de la labor museística, el refuerzo de las iniciativas de formación y capacitación profesional y la incorporación de programas educativos para cumplir la función didáctica de estas instituciones.

Otra referencia inspiradora es la Declaración de la ciudad de Salvador de 2007, que marca la creación del Programa y constituye un documento fundamental para la integración y el desarrollo de los museos en Iberoamérica. La Declaración es producto de las reflexiones y debates del Primer Encuentro Iberoamericano de Museos, celebrado del 26 al 28 de junio de 2007 en la ciudad de Salvador, Bahía.

El documento es considerado un texto fundamental para la integración y el desarrollo de los museos en Iberoamérica. Enfatiza el papel educativo y social de los museos como agentes de transformación, destacando la necesidad de formular políticas públicas que estimulen el sector y la cooperación internacional en este ámbito, especialmente en el ámbito iberoamericano.

La declaración marca la génesis del Programa Ibermuseos al incluir, entre sus 13 líneas de acción propuestas, la creación de un órgano promotor y articulador de una política museológica iberoamericana. También incluye la creación de un Observatorio Iberoamericano de Museos, un registro de museos iberoamericanos y numerosas iniciativas que forman parte de las acciones de Ibermuseos y mediante las cuales se han fortalecido las prácticas museísticas iberoamericanas, con especial énfasis en el fortalecimiento de las capacidades de profesionales de los museos de la región.

“Fortalecer la función social de los museos” es, objetiva y formalmente, uno de los cuatro objetivos del Programa Ibermuseos, recogido en su Plan Estratégico 2020-2023, concretamente en el Objetivo Estratégico 02, que tiene como resultados esperados: reafirmar y ampliar la capacidad educativa de los museos y promover la inclusión de colectivos históricamente excluidos, incluyendo grupos étnicos, mujeres, personas con discapacidad, entre otros.

La línea educativa de Ibermuseos también tiene en cuenta de forma transversal los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS). Conocidos como los Objetivos Mundiales, son un llamamiento universal por adoptar medidas para acabar con la pobreza, proteger el planeta y garantizar que todas las personas disfruten de paz y prosperidad. Firmado en 2015 por representantes de los 193 Estados miembros de la Organización de las Naciones Unidas (ONU, 2015), estos 17 objetivos se basan en los logros de los Objetivos de Desarrollo del Milenio, aunque incluyen nuevas áreas como el cambio climático, la desigualdad económica, la innovación, el consumo sostenible, la paz y la justicia, entre otras prioridades, buscando cambiar el paradigma hacia un modelo de desarrollo social, económico y medioambiental.

El fortalecimiento del papel educativo de los museos, la promoción e inclusión de colectivos históricamente excluidos y la perspectiva de género han sido trabajados por Ibermuseos principalmente mediante su Premio Ibermuseos de Educación, pero también por medio de proyectos centrados en la sostenibilidad de los museos y procesos museísticos iberoamericanos y de las investigaciones y herramientas desarrolladas y puestas a disposición por el Observatorio Iberoamericano de Museos en materia de accesibilidad universal y estudios de públicos de museos.

El Premio Ibermuseos de Educación: recorrido y perspectivas para un reto permanente

Desde 2010, el Programa Ibermuseos convoca el Premio Ibermuseos de Educación con el objetivo de promover las prácticas educativas de los museos de toda la región iberoamericana, potenciando la perspectiva educativa en múltiples espacios y formatos, favoreciendo diferentes públicos, contribuyendo a la mediación en los museos de la región y al desarrollo de las áreas educativas de los museos.

En 10 ediciones y habiendo premiado 240 proyectos, se puede afirmar que Ibermuseos ha contribuido a innovar las prácticas educativas, a cambiar paradigmas y a hacer realidad los sueños, especialmente de los museos ubicados en las zonas más remotas de Iberoamérica.

En el proceso, 166 instituciones de 17 países fueron galardonadas, con una inversión total de USD 545.000 en proyectos educativos que ya han beneficiado a más de cincuenta mil personas. El Premio se ha convertido en una convocatoria muy conocida, que ha recibido más de 1.400 solicitudes de instituciones de 21 países de la región.

Se premiaron 77 proyectos en dos categorías: la primera dedicada a reconocer las iniciativas más destacadas de la región y la segunda a promover y poner en marcha nuevos proyectos. Además, 163 proyectos recibieron menciones honrosas y un total de 240 figuran en el Banco de Buenas Prácticas en Educación del portal Ibermuseos www.ibermuseos.orgEsta herramienta se creó para promover el conocimiento generalizado de los proyectos y servir de referencia e inspiración para la puesta en marcha de iniciativas por parte de otros museos de la región.

Con cada edición, las convocatorias del Premio Ibermuseos de Educación se revisan y presentan novedades en cuanto a la normativa, el proceso de solicitud y selección, así como facilidades en sus mecanismos de ejecución. En 2020, como consecuencia del complejo contexto impuesto por la pandemia del covid-19, que desde entonces ha traído consigo una serie de adaptaciones en la forma de trabajar, interactuar y acercarse al público, la convocatoria sufrió nuevos e importantes ajustes.

No ajena a los impactos sufridos por los museos, la convocatoria presentó cambios significativos en su alcance y tipo de premiación. Con el objetivo de apaciguar los impactos de la pandemia, especialmente en el ámbito de la educación, una de las áreas más debilitadas por el cierre, el Programa Ibermuseos reorientó la 11.ª convocatoria del Premio Ibermuseos de Educación hacia la promoción de nuevos proyectos educativos realizados en espacios virtuales.

Esta reorientación se basó, entre otras razones, en los resultados de la encuesta de diagnóstico realizada por Ibermuseos –del 10 de abril al 2 de mayo de 2020– para conocer el impacto del covid-19 en los museos iberoamericanos.

Sin embargo, ya sea en un entorno virtual o reconociendo iniciativas en el territorio, el objetivo del Premio sigue siendo el mismo: promover la función social de los museos y su compromiso con la memoria y la construcción del pensamiento, apoyando el fortalecimiento de la ciudadanía por medio de la educación, la memoria y el reconocimiento social.

A lo largo de su historia, Ibermuseos ha estado siempre atento, cercano y en diálogo con el sector y sus profesionales; el Programa mantiene el compromiso de escuchar atentamente al sector. Sentir el pulso de las instituciones, desde las más consolidadas hasta los museos comunitarios y sus profesionales, es un elemento determinante para mantener viva, incidente y relevante la que es hoy la principal iniciativa iberoamericana de reconocimiento y promoción de proyectos educativos innovadores realizados por y en los museos.

Así, al cumplir 10 ediciones en 2019 –y con el objetivo de conocer la percepción del sector sobre el Premio– Ibermuseos implementó una encuesta para entender el grado de conocimiento y las limitaciones que de alguna manera podrían afectar la capacidad de postulación de las instituciones. Con la participación de 375 profesionales de 13 países de la región, los resultados de la encuesta aportaron elementos muy significativos sobre los procesos de la convocatoria, lo que también motivó cambios para simplificar la convocatoria en 2020.

A partir de los resultados de ambos estudios, y buscando dar respuesta a la urgente demanda de apoyo a las áreas educativas de los museos en el contexto de la pandemia, el 30 de junio [de 2020] se abrió la convocatoria de la 11.ª edición del Premio Ibermuseos de Educación, con un proceso de inscripción y selección simplificado y una especial atención a los pequeños museos y museos comunitarios que no han tenido la oportunidad de desarrollar proyectos en el entorno virtual.

Con una dotación total de USD 50.000, el 11.º Premio contribuye a la realización de 20 proyectos, cada uno de ellos dotado con USD 2.500. La convocatoria ha recibido el mayor número de proyectos de su historia: 210 proyectos (un 33% más que en 2019) de 206 instituciones de 16 países (un 6% más que en 2019), de 13 países miembros del Programa Ibermuseos y otros tres de países no miembros: Bolivia, Panamá y Guatemala.

En 2020, los criterios de evaluación también se simplificaron teniendo en cuenta cinco ejes principales: 1. Pertinencia y coherencia; 2. Perspectivas educativas del museo inclusivo; 3. Equidad de género; 4. Innovación y 5. Museos de pequeña dimensión. La relevancia otorgada a los museos de pequeña dimensión tuvo un impacto muy claro en los resultados del concurso, ya que, de los 20 proyectos premiados, el 100% procedía de museos considerados pequeños. La convocatoria también reforzó los proyectos inéditos al otorgar puntos adicionales a las propuestas que aún no se habían realizado.

Como en ediciones anteriores del Premio, y con el fin de promover el papel educativo de los museos en toda la región, fortaleciendo especialmente a los ubicados en regiones menos favorecidas, se mantuvo la intención de llegar a proyectos museísticos de países con un Índice de Desarrollo Humano (IDH) medio, siendo premiados dos museos de El Salvador y Guatemala.

Los 210 proyectos inscritos fueron evaluados en dos fases por dos organismos. En primer lugar, las Comisiones Nacionales se encargaron de la evaluación nacional de los proyectos según su país de origen y, a continuación, la Comisión Especial de Evaluación se encargó de la evaluación global de los 39 proyectos de 16 países que se clasificaron en la fase final.

Un total de 61 profesionales de 14 países, especializados en educación y museos, participaron en los comités de evaluación. La diversidad de profesionales que componen los comités permite considerar las propuestas desde diferentes perspectivas, lo que enriquece la pluralidad de la convocatoria, haciéndola más democrática y participativa.

Los 20 proyectos premiados estuvieron en funcionamiento hasta el 30 de junio de 2021 y trataron temas como el patrimonio histórico y cultural, infancia, género, culturas originarias, nuevas tecnologías, así como la propia pandemia. Estaban dirigidos a un público amplio y diverso, llegando a hombres y mujeres, infantes, adolescentes, jóvenes, personas adultas y de la tercera edad, y abordaron diferentes estrategias y herramientas, demostrando la multiplicidad de formas de trabajar la educación museística desde una perspectiva virtual.

Consideraciones finales

El avance de la museología social contemporánea, en su perspectiva educativa, implica profundizar en el reconocimiento de la diversidad de culturas, el derecho a la memoria y la participación de los grupos excluidos del proceso de desarrollo hegemónico excluyente experimentado sobre todo en América Latina.

La revisión crítica del pasado y la proyección de futuros por medio del conocimiento de su realidad territorial es una poderosa herramienta para empoderar a las comunidades y para una transformación social amplia y estructurada, empezando a nivel local.

En este sentido, buscando un proceso permanente de mejora, el Programa Ibermuseos, mediante el Premio Ibermuseos de Educación, viene contribuyendo a incidir de forma precisa en los pequeños museos con perspectiva territorial y que desarrollan procesos educativos basados en la museología social.

El trabajo continuo y perfeccionado a lo largo de 10 años ha fortalecido y legitimado cada vez más al sector, que carece de iniciativas de apoyo a sus prácticas y reflexiones y a sus profesionales y que, en ocasiones, tienen pocas oportunidades de intercambio internacional.

La perspectiva de futuro es que el Premio adquiera cada vez más relevancia en un escenario social de desigualdad que carece de vínculos y de participación comunitaria como base para transformar realidades atravesadas por la injusticia y el recorte de derechos, especialmente para las minorías marginadas.

¹ N. de la E.: Una versión en portugués de este artículo se publicó en la revista Cadernos do CEOM, v. 34, n. 54 (jun. 2021), pp. 203-210, como parte del dossier “Políticas y prácticas educativas en los museos iberoamericanos”, DOI: https://doi.org/10.22562/10.22562/2021.54. En 2024 se reproduce –con algunos ajustes de estilo y revisión de las Referencias– y se traduce al español especialmente para formar parte de la sección “Perspectivas regionales” de este sitio web.

² Iberoamérica es un término formado a partir de las palabras Iberia y América para designar el conjunto de territorios americanos donde se hablan lenguas iberorrománicas. Iberoamérica es una de las regiones lingüísticas más extensas y cohesionadas del mundo y en la actualidad está formada por 22 países.

Referencias

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Botelho, I. (2007). A política cultural e o plano das ideias. Trabalho apresentado no III ENECULT – Encontro de Estudos Multidisciplinares em Cultura, 23 a 25 de maio, Faculdade de Comunicação/UFBa, Salvador-Bahia-Brasil. www.cult.ufba.br/enecult2007/IsauraBotelho.pdf

García Canclini, N. (1984). Cultura y organización popular. Cuadernos Políticos, 39: 75-82.

Instituto Brasileiro de Museus – IBRAM. (2023, 11 de novembro). Museologia Social. Programa Saber Museu. https://www.gov.br/museus/pt-br/acesso-a-informacao/acoes-e-programas/programas-projetos-acoes-obras-e-atividades/programa-saber-museu/temas/museologia-social

Leite, P. P. (2017). Museologia social e educação popular patrimonial. Informal Museology Studies, 16.

Martinell, A. (2010). Aportaciones de la cultura al desarrollo y la lucha contra la pobreza. Em A. Martinell (coord.), Cultura y desarrollo. Un compromiso para la libertad y el bienestar, pp. 1-23. Madri: Fundación Carolina / Siglo XXI.

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